3 de marzo de 2008

Ya dormí, ya me levanté, ya cené.

Ahora, ahora de ya, quiero seguir en este camino hacia la poesía jaicu mientras depuro mi cuerpecillo del MALDITO DICIEMBRE.
Ingresé en este mundo y leí que la poesía haiku (Génesis de la jaicu, que no es lo mismo que high school ni un mixto de Jamón Y Queso, aunque tan bien me vendría) de alguna manera está asociada a la filosofía zen
Bueno, bueno, bueno. Ya puedo pensar en una cosmogonía, en una ideología que soporte al método jaicu. Voy a ver de qué se trata. Esperen un Cacho Castaña o un Cacho Tirao en el pasto, ya vuelvo a por ustedes.
Debería bañarme, estoy empezando a apestar, creo que en este año aun no pase por la ducha. ¿Será por eso que no percibo bien la realidad? Ya vas a ver, le dijo el Mudito Jovellanos al Topo Jauregui y el Sordo Jonte escuchaba. Ustedes dirán: ¿y estos?, que se yo. A mí no me pregunten.
En la próxima entrega, el Muerto Jimenez les va a contar la Vida de un Autista y ahí se enterarán quienes son estos. Yo no los conozco. Yo debería ser japonés, y ni siquiera soy amarillo. ¿Y si me tiño la piel? Me parece que si sigo comiendo arroz voy por buen camino.
Volvamos a lo nuestro, dijo Afanancio Jers.

Filosofía zen para ser japonés sin palitos.

Parece que la filosofía zen propugna utilizar la conciencia de la finitud vital en la máxima virtud, cuanto más conocimiento, apreciación, sensibilidad se incorpora del fin común del ser humano en-sí como individuo más tranquilos vamos hacia los dos metros bajo tierra o la versión que cada quién elija para (dejar de ser) su cuerpo en el último responso. Voy a consultar con los que saben.